Las personas somos como un gran collage. Como uno de esos que hacía cuando era niña, componiendo alguna imagen más o menos clara con fotos recortadas, hojas de árboles, papel charol, e incluso trozos de tela.
Somos la sangre que corre por nuestras venas, lo que nos hizo más altas o bajas, rubias o morenas, lo que marcó nuestro aspecto físico….
Cuando se Gestionan Personas, lo anterior carece de sentido. Es todo lo demás lo que se ha de tener en cuenta, pues la gran riqueza de las personas está en su Diversidad; en que no existen dos personas iguales.
Pues somos todo lo que hemos vivido y, sobre todo, el momento en el que lo hemos vivido, porque importa y mucho el cuándo, el dónde, el cómo y el con quién. Y esto admite infinitas variaciones…
Somos las experiencias más tempranas y las que suceden ahora mismo.
Y los sueños que todavía perseguimos y los que todavía no han nacido.
Y los días alegres y aquellos otros en los que el sol no sale.
Y las personas que pasan por nuestra vida. Aquellas que permanecen, aunque no estén y de las que tanto aprendimos. Y aquellas que no están y no permanecen, pero también nos enseñaron. Y aquellas que nos hicieron mejores.
Porque siempre aprendemos, aunque no seamos conscientes de ello. De lo que sale bien, pero también de los errores y de los fracasos. De todo lo que empezamos, y sobre todo de los demás. Pruebas superadas, algunas con dolor, con heridas no físicas que han dejado cicatrices que también forman parte de quienes somos.
Y somos nuestros principios y valores, nuestras grandezas y nuestras ruindades. Lo que nos enorgullece y lo que nos avergüenza… Y somos superación, alegría y dolor.
Positivas a veces, fatalistas otras. Certeza y contradicción. Propósito y muchos inicios.
El camino que recorremos, los días soleados y las tormentas.
Lo que hemos creado.
Y somos también cómo nos ven los demás. No lo que hacemos sino cómo se recibe. No lo que decimos, sino cómo se escucha.
Somos los trenes que cogimos, pero también los que dejamos pasar.
Cuando decimos «si» y cuando decimos «no».
Cuando creemos en nosotras mismas y cuando dudamos. Las puertas que se abrieron y las que se cerraron.
Lo que hablamos y los silencios, quizá más los segundos que los primeros.
Somos las decisiones que tomamos y las que eludimos.
Cuando sabemos lo que queremos y también cuando nos perdemos buscándonos.
Las huellas que dejamos y aquellas otras que seguimos…
Los lugares que visitamos: viajando, soñando o leyendo.
Nuestros miedos y cómo nos enfrentamos a ellos.
El equilibrio y la caída.
Los abrazos que damos y los que recibimos.
El tiempo perdido y los momentos compartidos.
A veces nos amamos y otras somos nuestro peor crítico.
Mete todo en la coctelera. Y tenlo todo en cuenta cuando gestiones personas porque todo ello marcará nuestras decisiones, nuestro estado de ánimo, cómo nos enfrentamos a los cambios, cuál es nuestro nivel de compromiso.
Porque las personas somos imperfectas. Somos Únicas.
“Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”. Proverbio italiano.
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