Andamos muy deprisa, buscando la felicidad más adelante, en otras experiencias, en proyectos, en sueños por cumplir…
Y eso está bien… muy bien…
Pero no olvidemos apreciar lo que va ocurriendo en el recorrido, en el camino… y paremos, un momento, cojamos aire, y vivamos esos instantes, más o menos largos.
Momentos de libertad, de soledad elegida, de compañía, de risas y lágrimas felices, de hacer mucho y de elegir no hacer nada
Momentos de confidencias, de cerrar los ojos y sólo escuchar, de abrirlos y sólo mirar, de respirar profundo
Momentos de vivir otras vidas y también momentos de vivir conscientemente nuestra vida.
Momentos de querer y de querernos, de hacer por los demás y también hacer por nosotros mismos, de sentir, de dar y recibir, de andar despacio, de reflexión.
Momentos donde dejamos de oír y pasamos a escuchar y no sólo con los oídos.
Momentos de abrazos, de esos de verdad, apretados, fuertes, que hablan sin palabras.
Momentos que dejan huella, que formarán parte de tu álbum de recuerdos por mucho que pase el tiempo, por muchos años que vivas.
Momentos de reflexión, de decisiones, de esperanza.
Descubre hoy, que según lees esto, recuerdas ya momentos. Y recuerdas los maravillosos, posiblemente los más sencillos.
Yo ahora me quedo con el momento en el que estoy aquí, mirando tras la ventana un día gris y lluvioso, disfrutando de este momento de poner por escrito lo que me sale del alma.
“No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos”. Cesare Pavese
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