The only difference between a good day and a bad day is your attitude
Decidir cómo enfrentarse a la vida, cómo deseamos que la vida pase ante nuestros ojos.- Podemos decir que eso es actitud.- O quizá no.- Es mucho más complejo; porque no siempre podemos decidir, porque la vida nos pone a prueba y no siempre podemos ser como nos gusta ser, a pesar de que sabemos que siendo como queremos ser es como mejor somos porque es como mejor nos sentimos.- La actitud es cómo decidimos que queremos sentirnos aunque no sea, en ocasiones el espejo fiel de cómo nos sentimos.-
La actitud no es ser como los demás nos dicen que debemos ser.- La actitud tampoco es una pantalla de nosotros mismos, una caricatura de lo que queremos que los demás vean porque es así como se nos exige ser.- Esas actitudes se aprecian que son falsas a poco que nos fijemos.- Porque se pueden mantener sólo un tiempo, a no ser que seamos unos consumados actores.- Porque la actitud no es blanca o negra, no es positiva o negativa…. Hay muchos más adjetivos.- Al final, el que nos define es aquel que más tiempo nos acompaña pero no quiere decirse que el resto no sea nuestro compañero de viaje en otros momentos.-
Las mejores actitudes, positivas, de ayuda, no se riñen con actitudes de tristeza, de ira, de fastidio, de sorpresa.
Están los convencionalismos sociales, el cómo debemos comportarnos. Y no sólo por ser educados, sino porque en familia, entre amigos, podemos alternar todas las actitudes, pero profesionalmente hablando no es recomendable.- Y no lo es no tan sólo por educación, sino más bien por respeto.- Mi actitud no puede enturbiar, descompensar, ser motivo de malestar.- No es posible tener siempre una actitud positiva, triunfalista, tremendamente optimista…. No sería creíble.- Las personas no somos así.- Pero tampoco debemos irnos al otro extremo.- A la actitud negativa, derrotista, pesimista.- Pero algún día podemos estar con actitud más apagada, más ensimismada, un pelín más triste.-
Descubriremos con perplejidad, que si tenemos una actitud positiva, cuando nuestra actitud es de preocupación, de malestar…. Se nota y se nota mucho.-
Luego es importante anteponer la actitud positiva, en momentos clave.
El inconveniente está en esos momentos, en cuando forzamos nuestra actitud, cuando no podemos ser nosotros mismos, cuando nuestra actitud debe ser positiva, tranquila, profesional… y por dentro hervimos.- En ese momento, en apariencia ganamos: hemos obtenido lo que queríamos o, según el caso, no hemos dado al otro la satisfacción que buscaba.- Pero después, ¿qué pasa después? Cuando expulsamos el aire contenido, cuando miramos lo sucedido como si de una obra de teatro se tratara y ahora somos espectadores de nuestra propia función. Cuando lo transmitimos a quien nos escucha.- Ya no somos fuertes.- Ya no podemos seguir con esa actitud hipócrita.- Nos duele.- Nos hace daño.- Nos descompensa.- Nuestra actitud ahora es la que es, sin dobleces, sin tapujos, sin eufemismos, sin decorados.- Y la tensión vivida, el teatro impuesto e imprescindible, nos pasa factura.-
“No confundas mi personalidad con mi actitud. Mi personalidad es quien soy; mi actitud depende de quién seas tú”
Leave a reply