No es una palabra sino los hechos que la acompañan.
Es algo que se tiene o no se tiene, se da o no se da, de manera completa, nunca parcial.
Se tarda tiempo en construir e incluso a veces, no se construye nunca.
Se pierde en segundos.
Forma parte de todas las relaciones humanas: las simplifica.
Tenerla puede ser una gran aliada. Perderla, un gran problema.
Puede ser dirigida a nosotros mismos. En este caso, debe darse en su justa dosis: ni poca, ni excesiva.
Si bien dependerá del momento, pero siempre será mejor pecar de exceso que de defecto, pero ojo, abusar de ella es contraproducente.
En dosis bajas nos pone en alerta, nos hace cuestionar; en dosis altas todo fluye.
Marca nuestras relaciones, del nada al todo, nos crea rechazo o nos aporta tranquilidad.
Tenerla nos aporta seguridad.
Se relaciona con autoestima, comunicación, conexión, esperanza.
No nace de manera inmediata, aunque pueda parecerlo; pero si puede romperse de manera brusca dejando un poso de desengaño, de frustración, y siempre de sorpresa.
Es frágil: una vez rota puede recomponerse, pero dependerá de los trocitos en los que se rompió, del daño ocasionado…
Si se rompe por segunda vez será mucho más difícil reconstruirla.
Difícil de definir: conjuga con auto, circulo, voto.
Con sinceridad y naturalidad siempre encaja.
Para mí, es muy valiosa.
¿y para ti?
“Lo único que no tiene garantía cuando se rompe es la CONFIANZA” Mafalda (Quino)
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