Qué diferentes somos las personas. Que contradictorias a veces.
Esta semana, he vivido experiencias tan diferentes que me han hecho estar arriba y abajo. Creer y desconfiar. Ha sido una verdadera montaña rusa.
Es muy difícil explicarlo pues no puedo ni debo dar datos que puedan identificar a las personas. He empleado mucho tiempo, más del que tengo pero menos del que me gustaría emplear en analizar situaciones, en intentar entender motivos, en escuchar opiniones, en leer experiencias.
Me he dado de frente con la maldad, con la posesión. He visto en la misma persona la alegría, la esperanza, y de repente el miedo a la sinrazón. Ha sido realmente desmoralizador, impactante. Me ha generado frustración, indignación.
He tenido que defender aquello en lo que creo frente a la ignorancia.
Vivo intentos de extorsión, falta de principios encubiertos en mentiras y jugando con la pena, con los sentimientos.
Me ha reconciliado la empatía, la de quien busca suavizar noticias para evitar decepciones, la de quien, cuando mira a los ojos de las personas, ve dentro de ellas.
Me he topado con la indignación, con la rabia de quien se ha sentido rechazado y expresa torpemente su dolor.
Con la alegría de quien ha superado sus propios temores y ha alcanzado retos.
He escuchado a quien expone opiniones desde la indignación, quien ha ido sumando experiencias y sólo ve las negativas. Y he podido introducir una duda razonable haciendo que vislumbre las experiencias positivas.
He desarrollado paciencia, mucha paciencia, escucha activa. He callado cuando tocaba hacerlo y hablado persiguiendo el objetivo.
Personas diferentes, diversas, la mayoría buenas personas.- Es con esas con las que me quedo, aunque opinen diferente a mí, porque eso es lo que me enriquece, porque me permite trabajar.
Dejo a un lado a las que, sólo por breves instantes, me hacen desconfiar del ser humano, aquellas que tienen el corazón negro, que buscan sólo su propio beneficio, que no toleran, que usan la violencia, el engaño.
Pero es un breve instante, porque creo firmemente en las Personas. Y al final, esta semana me sirve para recordar por qué amo mi trabajo porque aunque a veces sea difícil, es sumamente gratificante poner mi granito de arena en la gestión de personas.
“De lejos, el mejor premio que la vida ofrece es la oportunidad de trabajar en algo que merezca la pena” Theodore Roosevelt.
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